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Escultura de sirena en el malecón de La Paz |
Por Michel Olachea
Los
espacios que habitamos, y en los que nos desenvolvemos cotidianamente, son
espacios construidos social y culturalmente. Esta atribución de significados
influye en la vivencia y en el conocimiento que tienen las personas de los
entornos urbanos o rurales, es por eso que una manera de conocer la
idiosincrasia de las comunidades consiste, precisamente, en recorrer sus
calles.
Las
calles nos hablan sobre los gustos de sus habitantes, sus festividades, sus
creencias, pero también de las relaciones de poder y desigualdad que los
atraviesan. Un ejemplo de la materialización cultural de una sociedad son sus
monumentos y esculturas, que se construyen y erigen en lugares públicos para
dejar testimonio de acontecimientos importantes, de la vida de personajes
célebres o para destacar la identidad de las poblaciones. Además, con el
tiempo, los monumentos y esculturas se vuelven memoria histórica.
¿Cómo
se encuentra representada la mujer o colectivos de mujeres en las principales
ciudades y poblados de Baja California Sur? Fue una pregunta lanzada hace poco
en redes sociales, cuyas respuestas nos hacen reflexionar sobre el papel que se
ha asignado a las mujeres en la entidad y la magnitud de la violencia simbólica
a la que se ven sometidas.
Los
encuestados refirieron la existencia de, por lo menos, cuatro monumentos “A la
Madre” -o en homenaje a las madres sudcalifornianas. De éstos, dos se ubican en
La Paz, uno dentro del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de la
Colonia Esterito y otro en la intersección de las calles de Padre Kino y 5 de
Febrero (monumento de cantera que, según señalan, le falta el hijo que tenía en
su regazo); mientras que las dos esculturas restantes se ubican en Miraflores
en Los Cabos y en Ciudad Constitución en Comondú.
También
fueron mencionadas las dos esculturas de sirenas y una mujer caracola sobre el
Malecón costero de La Paz; un monumento construido por las Mujeres
Profesionistas en la Avenida 5 de Febrero así como el monumento a Rosaura
Zapata Cano en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres en la misma ciudad.
Tal
parece que a las mujeres sudcalifornianas se les distingue por su amor
maternal, pero también por ser ficcionadas como seres mitológicos, lo que las
coloca en plano de pseudo-mujeres. ¿Acaso no han incursionado en las diferentes
ramas de la vida social, artística, académica, política, en la historia y
presente? ¿dónde están? ¿por qué no sabemos de ellas? La imposibilidad de
reconocer a las otras termina por traducirse en desmemoria colectiva.
Sin
embargo, donde sí figuran las mujeres es en el sinnúmero de espectaculares y
publicidad sexista (de mujeres atractivas, semidesnudas o con connotaciones
sexuales que las reducen a objetos) con la intención de vender artículos o
servicios. Además de que, curiosamente, existen más establecimientos como bares
o cantinas con nombres femeninos que masculinos.
México
es uno de los países de Latinoamérica que cuenta con una legislación de
avanzada en protección a los derechos humanos de las mujeres pero,
desafortunadamente, ésta no es aplicada como debería por quienes están en los
despachos públicos. La generación de espacios que garanticen una ciudad
habitable para ellas es uno de los principales retos.
Algunas
alternativas podrían incluir la regulación de anuncios y publicidad sexista; la
difusión de diversas expresiones artísticas -realizadas por mujeres- que
reflejen el sentir de las propias mujeres así como la planificación urbana con
representación de colectivos de mujeres.
Las
mujeres deben ser escuchadas y sus necesidades atendidas para mejorar su
experiencia de vida en la ciudad y zonas rurales, situación que contribuye a la
igualdad social. Para que las mujeres nos hablen a través de las calles es
indispensable que les reconozca como actoras indispensables en la sociedad
sudcaliforniana.
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