Raymundo
León
Acabar con la corrupción y la impunidad
ha sido el eje del discurso de Andrés Manuel López Obrador en su largo camino a
la presidencia de México; entonces ¿cómo entender el perdón a los funcionarios
y cómplices que han utilizado recursos y bienes públicos para su beneficio?
Según el tabasqueño el país tiene tantos
problemas que no está para entretenerse en esas cosas, en el circo de la
persecución de chivos expiatorios porque perderían mucho tiempo; aunque
advirtió que en adelante el que la hace la paga, el que cometa actos de
corrupción se va a la cárcel sin derecho a fianza, es decir, se convertirá en
delito grave algo que ahora mismo no lo es.
Creo que el perdón de AMLO a los
corruptos del pasado, esto es, antes del primero de diciembre, más que un acto
de generosidad busca evitar que el país es empantane en procesos judiciales que
no van a tener una respuesta rápida, van a requerir muchos recursos económicos
y humanos, y sólo abonarán a la polémica política que al que menos conviene es
al propio régimen en turno, no así a los partidos opositores que obviamente
encontrarían tema para victimizar a muchos de sus correligionarios, habría
señalamientos de persecución y autoritarismo, y podrían pagar con la misma
moneda haciendo acusaciones contra legisladores y funcionarios del nuevo
gobierno.
Obvio nadie está para tirarse un balazo
en el pie, pues en las propias filas de MORENA hay casos cuestionados y otros
que podrían cuestionarse, de tal manera que es mejor no moverle más allá de lo
que ya está en proceso y fue exhibido. Al final, el sistema señalado por sus
condiciones de corrupción ya no está en el poder, víctima de sus propios
errores, del hartazgo que provocó en la gente y que hoy más que nunca AMLO lo
supo capitalizar.
Por eso no vemos a los ex presidentes
defenderse, el mismo Enrique Peña Nieto se quedó callado, el PRI incluso
recurrió a un candidato externo, sin señalamientos de corrupción para ver si
prendía entre la población, pero la historia ya la conocemos ni siquiera permeó
entre la militancia del tricolor.
Políticos, funcionarios, empresarios,
periodistas y hasta las fuerzas armadas fueros puestos en entredicho durante la
campaña y ni cómo defenderse, de hecho la defensa fue que MORENA también tenía
sus defectos, es decir, el mal se reconocía y se sabía que estaba en todos los
rincones.
En la campaña presidencial los
candidatos del PRI, PAN y sobre todo MORENA hablaron de combatir la corrupción,
el problema del primero es que ni cómo creerle con varios de sus gobernadores
con expedientes abiertos y en proceso; el segundo con más enjundia lanzando
consignas contra los corruptos y hasta contra Peña Nieto para meterlo a la
cárcel, lo que para muchos no fue una buena estrategia, al grado de que le revirtieron
el discurso y él mismo fue puesto en tela de juicio por actos de corrupción; y
el tercero, o sea AMLO, repitiendo una y otra vez el mensaje contra este delito
y destacando que la solución de los problemas del país estaba en su
erradicación; no obstante, en forma hábil, también habló de perdón, de
amnistía, por lo que obviamente los que se sabían pecadores optaron por hacer
las paces.
Cierto es que México tiene un problema
grave de corrupción, sin embargo ¿basta la aplicación de mayores castigos a
este delito y una guía moral de honestidad para salir adelante? En realidad existe
mucho excepticismo al respecto, pues aun cuando se ahorrara el dinero que dice
AMLO que se va por el caño de la corrupción está claro que sus promesas de
campaña, sobre todo en materia de apoyo social, sobrepasan con mucho esa
expectativa.
Por eso, más allá de la retórica que
sirvió en campaña para criticar al partido en el poder y al modelo neoliberal
que según AMLO permitió negocios al amparo del poder entre funcionarios y
empresarios, se esperan respuestas precisas en cuanto a la forma como se va a
cumplir con lo comprometido, sin aumentar impuestos y sin endeudamiento
público.
Cierto es que la austeridad junto con el
combate a la corrupción pueden ayudar; pero hay que tener cuidado en no
vulnerar los derechos de los demás y hablo de entidades y de personas.
Recortar presupuestos a estados y
municipios, a universidades, y otras instituciones, así como reducir los
salarios de los trabajadores del gobierno es un tema en el que hay que tener
mucho cuidado, pues en la redistribución de la riqueza no se debe caer en el
empobrecimiento de algunos sectores, para que otros mejoren sus condiciones de
vida. Se trata, pues, de que a que a todos los mexicanos nos vaya bien, de que
haya oportunidades para el que no tiene, pero también para aquel que se
esfuerza para tener con honestidad y alejado de la corrupción.
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