Las abejas cumplen una función ecológica esencial como agentes polinizadores, proceso mediante el cual el polen se transfiere entre flores para permitir la fecundación y la producción de semillas y frutos, siendo clave para el equilibrio ambiental y la seguridad alimentaria.
Así lo señalan
Marco Antonio Bocanegra Geraldo y Alejandro Castro Gutiérrez, estudiantes de la
Licenciatura en Ciencias Ambientales de la Universidad Autónoma de Baja
California Sur, quienes desarrollaron un trabajo de divulgación científica
sobre la importancia ecológica y social de esta especie.
Los jóvenes
universitarios dan a conocer que, de acuerdo con la Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura, aproximadamente el 75% de los
cultivos alimentarios del mundo dependen en alguna medida de la polinización, y
las abejas son responsables de gran parte de este proceso.
Además de
favorecer la productividad agrícola, señalan que las abejas garantizan la salud
de los ecosistemas silvestres, pues muchas plantas que conforman el hábitat de
otras especies dependen de su labor.
No obstante,
en las últimas décadas se ha observado una alarmante disminución de sus poblaciones
debido a múltiples factores como el uso indiscriminado de pesticidas, el cambio
climático, la pérdida de hábitat, la contaminación ambiental y la aparición de
enfermedades o especies invasoras, como el ácaro Varroa destructor, que
debilita y mata colmenas enteras.
Un informe de
la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad
Biológica y Servicios de los Ecosistemas estima que cerca del 40% de las
especies de polinizadores invertebrados, principalmente abejas y mariposas, están
en riesgo de extinción a nivel global.
Ante este
panorama, organismos internacionales como la ONU y la FAO han promovido
estrategias para su conservación, entre las que destacan el impulso a la
apicultura sostenible, la creación de jardines urbanos con especies nativas, la
reducción del uso de agroquímicos tóxicos, así como el fortalecimiento de
políticas públicas y programas científicos enfocados en la salud de las
colmenas.
Pero, además,
desde el ámbito ciudadano, se pueden realizar acciones sencillas como sembrar
plantas polinizadoras, evitar pesticidas en jardines domésticos, consumir miel
de producción local responsable y participar en campañas de concientización,
mismas que pueden marcar una diferencia significativa, según sugieren ambos
jóvenes.
“Las abejas
son indicadoras de un ecosistema sano y un soporte clave para la seguridad
alimentaria. Entender su papel nos permite reconocer que su cuidado no es una
opción, sino una necesidad urgente para el planeta y para las futuras
generaciones”, coinciden Bocanegra Geraldo y Castro Gutiérrez.
En conclusión,
resaltan que las abejas son mucho más que productoras de miel y las ven como
una especie esencial para la vida en el planeta, ya que su desaparición tendría
consecuencias ecológicas, económicas y sociales de gran magnitud, de allí que
recuerdan la urgencia de protegerlas, una responsabilidad que debe ser
compartida entre los gobiernos y la ciudadanía.
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