lunes, 23 de enero de 2017

La solvencia soluble del gobierno sudcaliforniano




“Solo aquél que esté convencido de que no se desintegrará aunque el mundo, desde su punto de vista, sea demasiado estúpido o demasiado mezquino para merecer lo que él pretende ofrecerle, sólo aquel que sea capaz de decir “¡A pesar de todo!”; tiene vocación política”. (Max Weber)

Condenarro

De pronto, no puedo decir que me cayó el veinte, pues los teléfonos de monedas sólo en las películas viejas y en las estaciones de trenes y autobuses de Europa y el vecino del norte, por muy trumupdo que esté el cochi... pero sí entré en la cuenta de lo paradójico, más allá del oximoron y de la aporía, que resulta la realidad del sudcaliforniano y, por ende, de este bello y rico Estado de la República que ni está tan lejos de las peñejadas... “La sustentabilidad de un estado con gran potencial económico a largo plazo amenazada por lo absurdo de la ambición, del poder”. (yo hace 7 años).
Antes de continuar les comparto la definición que obsequia Wikipedia a cerca de la denominación: “actividad económica es cualquier proceso donde se generan e intercambian productos, bienes o servicios para cubrir las necesidades de las personas. La actividad económica permite la generación de riqueza dentro de una comunidad (ciudad, región o país) mediante la extracción, transformación y distribución de los recursos naturales o bien de algún tipo de servicio”. Partiendo de ésta premisa, existen, o los expertos así han clasificado en sectores; primario, secundario, terciario, cuaternario o de información y quinario. De alguna manera, en BCS se percibe actividad en los cinco sectores. Los recursos naturales, al que se refiere el primario, son la base de todos los demás, y al mismo tiempo el más desatendido en cuanto a conservación y de mayor interés en cuanto a su explotación.
Cierto que, como parte de la naturaleza humana contemporánea (suponemos que evolucionamos mi es timado lector), digamos desde los inicios de las “civilizaciones”, precisamos de culpables para todos los males, incluso los que nos provocamos por provocar a la madre natura, pero eso ya es otro boleto no pagado. La realidad, por mucho que ciertos sean los errores y horrores que se originan en Los Pinos y en el palacio de cantera en México (país) y en BCS respectivamente, somos cómplices por omisión, a pesar de las muchas protestas, marchas, proclamas, denuncias y etc., que vemos en toda la geografía nacional, y las que no vemos también. No sólo es culpa de EPN el incremento de la gasolina y la venta de garage del país; no nada más a Cameda le molesta que le griten y no es sólo su culpa que se aprueben leyes absurdas... Más tampoco podemos minimizar su responsabilidad al entrar en contradicciones tan obvias, absurdas y, para nuestra indignación personal, en que caen entre el decir, sin saber y en el actuar sin hacer mucho, independientemente de su protesta cuando toman el “sillón”.
La realidad es que toda la entidad vive en una constante incertidumbre. El suscrito fue objeto, el día previo al presente texto, de un intento de extorsión vía telefónica desde un número con clave de Sinaloa; obvio que mi realidad económica me obligó a solicitarle al extorsionador su ayuda financiera para pagar la extorción. La violencia que se ha desatado con énfasis y peculiar efecto de enojo, miedo, impotencia, frustración masivo de cinco años a la fecha, lo que no quiere decir que haya iniciado hace cinco años repercute, inefable, innegable e irremediablemente en la economía, y al mencionar economía me refiero a la doméstica, la pública y la privada.
Otra realidad es que todo el Estado mantiene su economía en los recursos naturales, por eso mi comentario en tal sentido; mas ello no consta para que obste ni obsta para que conste que lo atendamos como prioridad.
El sector terciario: El sector terciario se dedica, sobre todo, a ofrecer servicios a la sociedad, a las personas y a las empresas, lo cual significa una gama muy amplia de actividades que está en constante aumento. Esta heterogeneidad abarca desde el comercio más pequeño, hasta las altas finanzas o el Estado. Es un sector que no produce bienes, pero que es fundamental en una sociedad capitalista desarrollada. Su labor consiste en proporcionar a la población todos los productos que fabrica la industria, obtiene la agricultura e incluso el propio sector servicios. Gracias a ellos tenemos tiempo para realizar las múltiples tareas que exige la vida en la sociedad capitalista de consumo de masas: producir, consumir y ocupar el tiempo de ocio.
Los recursos naturales, como  lo percibe el suscrito, al criterio de los poderes fácticos que sustentan nuestro progreso en el sector terciario. El sector oficial, que en teoría debiese ordenar y organizar de forma equitativa para todos los gobernados, incluyendo la inversión extranjera en el entendido que crea empleos locales, aun con salarios precarios para el trabajador común, sin que realmente consideren –exceptuando familiares-, tampoco el empleo de personal económicamente activo menores de 25 años, ni mayores de 50 en cargos ejecutivos, sin importar su capacitación académica.
Es con base a todo lo expuesto, y a las imposiciones sin consultar a quienes somos, teóricamente patrones de los gobernantes que la indignación es mayor. La actitud de los ejecutivos federal estatal y municipal, en la medida de su jurisdicción y capacidad, que no criterio, de discernimiento y/o pago de facturas políticas me lleva a reiterarme, con mayor énfasis, aun cuando en el efecto social resulte baladí, como un simple y pobre loco peligroso irreverente, irrelevante, irremediable pero irresistible y real prófugo de la injusticia que la política socioeconómica le resulta a la solvencia moral.
“Todos los signos meteorológicos de la economía indican un crecimiento de la no-libertad”. (Max Weber)


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